La caja de los truenos
Amador G. Ayora
2/04/2011 -
En la mitología griega, Atlas es un joven titán a quien el dios Zeus castiga con sostener la bóveda del cielo, por eso se suele representar con una enorme bola del orbe. elEconomista echó mano de esta figura en su portada para representar al presidente de Cajastur, Manuel Menéndez, sujetando el peso de las deudas de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). Menéndez midió mal sus fuerzas y acabó aplastado.
Animado por el éxito de la operación previa de absorción de Caja Castilla-La Mancha (CCM), Menéndez confió en engullir a la alicantina y convertirse en la tercera caja española. La diferencia es que CCM recibió más de 5.000 millones del Banco de España antes de ser traspasada a la caja asturiana, mientras que CAM precisa alrededor de 2.800 millones sólo en capital. Es decir, CCM fue prácticamente un regalo del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, con el apoyo, al parecer, de otro asturiano y ahora socialista de pro, el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, y la segunda, no.
Menéndez se equivocó. Movido por la ambición, acató sin rechistar la sugerencia de Ordóñez y de Campa para quedarse con la caja alicantina, en lugar de analizar en profundidad sus números. Además, aplicó una estrategia equivocada. Obligó a la CAM a destinar más de mil millones a sanear sus cuentas, en detrimento de sus recursos propios, lo que incrementó en esta cuantía sus necesidades de capital. El final es conocido. Menéndez presionó a Ordóñez primero y luego al presidente de la CAM, Modesto Crespo, para cambiar las reglas de juego, y después tuvo que tirar la toalla. Miguel de Unamuno solía decir que la ambición es una cosa sana, excepto cuando apunta "a lo inasequible", como en este caso.
La patata caliente la tiene ahora la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. La cantidad de dinero estimada para reflotar la entidad son 7.000 millones, ya que su mora inmobiliaria podría rondar el 40 por ciento. Un cifra que compromete la credibilidad del gobernador, quien había dado ya por cerrada la crisis del sector financiero, y podría revivir el fantasma de la crisis de la deuda. El famoso marcapasos de Zapatero. Por eso, la consigna es que la solución para la CAM no consuma recursos públicos.
El gobierno valenciano de Francisco Camps presiona para la entrada del Fondo de Rescate (Frob), aunque sea de forma masiva, como acordó ayer el consejo de la entidad y trasladó su presidente al gobernador, para que la caja siga gestionada desde esa comunidad autónoma. Pero Ordóñez cierra la puerta a esta posibilidad.
Ordóñez quiere colocar la entidad lo antes posible. Para ello, en la tarde del jueves envió el cuaderno de venta a los cinco grandes bancos nacionales -Santander, BBVA, Popular, Sabadell y la Caixa- . Sólo Emilio Botín está dispuesto a pujar por ella. Los demás piden a Ordóñez un esquema de protección de activos para cubrirse ante la aparición de riesgos mayores de lo esperado. Su petición choca con la idea de no usar recursos públicos.
El Banco de España quiere solventar el problema antes del lunes. Este fin de semana negociará la oferta de Botín. Algunos quieren ver en la oferta del banquero cántabro una manera de camelar a Zapatero para obtener el indulto de su consejero delegado, Alfredo Sáenz. No creo que le haga falta. Conociendo a Botín, es impensable que compre algo en lo que no vea un negocio seguro a corto o medio plazo. Además, si los mercados vuelven a atacar a España, uno de los más perjudicados sería su banco.
El Santander conseguiría con esta adquisición completar su presencia en la zona del mediterráneo, así como alrededor de 60.000 millones en depósitos y otros 60.000 millones en activos. Espera que la compra le reporte beneficios de más de quinientos millones anuales en dos o tres años. La clave está en el precio, que puede rondar el 20 por ciento de su valor en libros.
Si no hay acuerdo, la CAM será intervenida, desguazada y vendida. Ordóñez quiere enviar un mensaje rotundo a las demás para que no rompan sus alianzas o SIP. Me recuerda al atlante que Zeus castigó a sostener eternamente los pilares de la tierra por no haber hecho bien su trabajo y a tiempo.